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Entrevista exclusiva a Dios
J: Sí, claro. A ver… ¿Cuál es el sentido de la vida?
D: No hay ningún sentido en absoluto.
J: No me digas eso. ¿No hay ningún sentido?
D: Para nada.
J: Qué mal.
D: Es que lo queréis todo.
J: Bueno, entienda que es frustrante que la existencia de uno no tenga sentido...
Sacado de: Mi mesa cojea
Aún no salgo de mi asombro.
Hará una semana, estaba yo en la ducha cuando oí ruidos procedentes del salón. Y se supone que estaba solo en casa. Me entró pánico, pensé que quizá habían entrado a robarme. Me puse una toalla alrededor de la cintura y cogí la plancha para el pelo de mi chica con intención de usarla como la primera arma defensiva marca Rowenta de la historia.
Abrí la puerta del baño convencido de que iba a encontrar a dos señores en chándal cargando con mi televisión. Pero no fue eso lo que vi. Ni mucho menos.
Mediría metro noventa. Ojos azules. Morena, media melena. Completamente desnuda, muy pálida. No tenía vagina. Pechos sí, pero no pezones. Olía a mar y toda ella resplandecía tibiamente. Es difícil describir lo que sentí en aquel momento. Fue como si las puertas de mi alma se abrieran de par en par, y lo único que acerté a decir fue:
“No eres el repartidor de Eroski, ¿verdad?”
Ella me miró y, sin mover los labios, me dijo:
“Soy tu Creadora. Y vengo a concederte una entrevista.”
Le pedí un minuto. Me vestí a toda velocidad, silencié el teléfono y, cuando volví al salón, Ella estaba sentada en el sofá, hojeando un País Semanal de hace un par de semanas.
JOSE: ¿Le gusta?
DIOS: Me gustaba más la maquetación de antes.
J: A mí también.
D: Lo sé.
J: Por supuesto. ¿Le importa que fume?
D: Para nada. El tabaco te acerca al cielo.
J: Eso dicen. ¿Cómo debo llamarla?
D: Dios está bien.
J: Y bien, Dios, ¿a qué debo semejante honor?
D: El honor es mío.
J: Vaya, eres muy modesta.
D: Yo inventé la modestia.
J: Cierto. ¿Sabe?, me ha sorprendido que sea usted una mujer.
D: Bueno, éste cuerpo sólo es una proyección. Mi verdadera forma es tan hermosa que te volvería loco.
J: Ésta forma ya me vuelve loco.
D: ¿Estás coqueteando conmigo?
J: No, para nada, perdón. Sólo quería poner de manifiesto que… Eh… No soy digno de que entres en mi casa.
D: Ahórrate los cumplidos y empieza la entrevista.
J: Vale, perfecto. Perdón. Sólo estaba calentando un poco. Es que no sé por dónde empezar.
D: Pregúntame lo que quieras, tengo todas las respuestas.
J: Sí, claro. Veamos, eh… ¿Felipe González era el señor X de los GAL?
D: Sí.
J. ¡¡Lo sabía!!
D: Puedes hacerlo mejor.
J: Sí, claro. A ver… ¿Cuál es el sentido de la vida?
D: No hay ningún sentido en absoluto.
J: No me digas eso. ¿No hay ningún sentido?
D: Para nada.
J: Qué mal.
D: Es que lo queréis todo.
J: Bueno, entienda que es frustrante que la existencia de uno no tenga sentido.
D: Mi existencia tampoco tiene sentido. ¿Qué sentido tiene ser todopoderosa?
J: No sé. ¿Mandar?
D: Venga, hombre, yo no mando nada. Os di libre albedrío y ni siquiera me dais las gracias.
J: No tenemos porqué, de eso va el libre albedrío.
D: No te pases de listo conmigo, puedo hacer que te dé el síndrome de la clase turista con sólo pensarlo.
J: Perdón. Cambiemos de tema. ¿Existe el infierno?
D: ¿Existe Pachá?
J: Lo capto. ¿Y qué hay en el cielo?
D: Pues mira, gente la verdad es que no hay mucha, pero los sábados por la noche no hay quien coja un taxi.
J: Ah, ¿pero hay taxistas en el cielo?
D: Pocos, casi todos están en el infierno.
J: Una curiosidad, ¿el fornicio es pecado?
D: Depende de con quién lo hagas.
J: ¿Y la masturbación?
D: Si es por desahogo, no. Si es porque no hay nada en la tele, un poco.
JOSE: ¿El ser humano es malo o bueno por naturaleza?
DIOS: Hombre, eso depende mucho del ser humano.
J: Ya, claro. Y dígame, ¿por qué nos creó Usted?
D: Bueno, verás, es que yo no os creé exactamente, ¿sabes?
J: ¿Ah, no?
D: No. Yo sólo hice el Big Bang. Estaba ahí, toda aburrida… Creo que era un domingo, pero no te lo puedo decir seguro porque todavía no existía el tiempo… El caso es que no sabía qué hacer, y me dije: ¿y si me marco una singularidad espaciotemporal de densidad infinita y físicamente paradójica? Tampoco te creas que me lo pensé mucho, ¿eh? Siempre he sido muy impulsiva.
J: ¿Y nosotros, los humanos?
D: Una consecuencia imprevista. ¿Cómo iba a pensar yo que el gas tendería a aglutinarse por efecto de la gravedad, lo que daría origen a acumulaciones de materia en las cuales, cumpliéndose una serie de requisitos físicos y químicos, puede llegar a producirse vida?
J: O sea, que fuimos un error.
D: Básicamente. Yo soy un ser eterno, calcula la de cosas que he hecho en mi vida… Pero si hay algo de lo que me arrepiento es de haber echado aquel Big Bang.
J: ¿Cómo se enteró de que se había generado vida en el planeta Tierra?
D: Buf, pues es que yo de esto me enteré tardísimo. Llevabais ya por el planeta unos cuantos millones de años.
J: Creí que usted lo sabía todo.
D: Y lo sé, pero soy despistadísima.
J: ¿Y cuándo calcula que se enteraría de la existencia del ser humano?
D: Pues a ver, sería ya en el 500 o 400 antes de Cristo. Que menudo personaje, por cierto.
J: ¿Quién, Jesús?
D: Éste. Qué tipo, ¿eh?
J: ¿Entonces Jesús no era su hijo?
D: El concepto hijo me es completamente ajeno.
J: Mi madre dice lo mismo. Pero supongo que sabe que hay gente que cree que Jesús era Dios.
D: Y hay gente que puede doblarse el dedo corazón hacia atrás hasta tocarse el anverso de la mano. El ser humano es maravilloso. De nada.
J: O sea, que los cristianos se equivocan.
D: No más que los ateos.
J: Bien pensado. ¿Qué opinión le merece el mundo contemporáneo?
D: La verdad es que últimamente no os hago mucho caso. Me gusta Callejeros.
J: ¿El programa?
D: Sí. A veces lo veo.
J: ¿Entonces no es cierto que está usted en todas partes al mismo tiempo?
D: No, ése es Sarkozy.
J: ¿Cómo acabará la Humanidad?
D: Mal.
J: Ya. Vale. Me gustaría cerrar la entrevista con un mensaje esperanzador.
D: Adelante.
J: No, me refería a que lo diera usted.
D: Prefiero no engañar a nadie.
J: Dígame, ¿qué debo hacer con esta entrevista?
D: Haz que llegue a todos los habitantes de la Tierra.
J: Eso es imposible.
D: Entonces cuélgala en Internet.
J: Creerán que me la invento.
D: Sólo los necios.
J: Dios, ha sido un placer charlar con usted.
D: El placer ha sido mío.
J: ¿Volveremos a vernos?
D: Eso sólo depende de ti.
Me da dos besos y se va volando por la ventana. Madre mía, qué maravilla de culo tiene.
Mierda, no he debido pensar eso.
Sacado de: Mi mesa cojea
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